sábado, 16 de mayo de 2009

Literatura y Socio-Crítica

EL DISCURSO LITERARIO Y LA SOCIOCRÍTICA.

(Texto)

Los discursos literarios son ficciones que refieren a mundos verbalmente posibles y fundamentados en sí mismos. Estos discursos son intransitivos puesto que se encierran en sí mismos o, lo que es lo mismo, no refieren ni a los objetos ni a los eventos del mundo real. En este sentido, los discursos literarios son inútiles, si se les mide con los parámetros "pragmáticos" y "mercantiles" que parecen gobernar el mundo en estos días. Es decir, la literatura no sirve para construir tractores, no desarrolla teorías científicas ni tecnológicas ni proporciona herramientas para llevar mejor la contabilidad de una empresa. Sin embargo, la literatura es también una mercancía para la que hay un mercado. Varios mercados en realidad pues la industria editorial y los mercados masivos condicionan las características de una buena cantidad de libros de modo diferente a los condicionamientos de los libros de circulación restringida. El artista pues siempre se enfrenta a la disyuntiva de escribir para la gran industria cultural, de escribir para los más restringidos círculos literarios artesanales o de hacerlo al margen de los circuitos de producción circulación y consumo de literatura en su sociedad.

La socio-crítica pretende realizar una lectura de la obra literaria ubicándola en el marco de un tiempo y un espacio determinado. Para esta corriente, la obra de arte es una práctica social, que no se puede desligar de los imaginarios, de las mentalidades e ideologías de una época, porque la obra de arte evalúa los discursos de una época específica a través de las axiologías de los personajes, de las temáticas abordadas y las formas de escritura utilizadas. Las raíces de la socio-crítica nacen en la teoría de la novela de George Luckacs, pero se amplían y toman forma en el hombre y lo absoluto y Para una sociología de la novela de Lucien Goldmann, alcanzando su mayor expresión en Teoría y estética de la novela de Mijail Bajtin. También Pierre Bourdeau hace importantes aportes en Las reglas del arte.

Mijail Bajtin ve a la literatura como un discurso, que al ser una forma de expresión y comunicación del hombre, es una práctica social y es social, así se plantea una postura lingüística y sociológica. La literatura es un discurso que se hace por medio de enunciados de un sujeto individual, pero cada palabra de estos enunciados al pertenecer a una lengua tiene una carga histórica, cultural y social. Toda palabra al incorporarse en un texto ofrece resistencia a los significados sociales.

Dice Bajtin, que toda producción verbal interviene en los diferentes contextos culturales, sociales, históricos, políticos y psicológicos. Cada enunciado representa a miles de enunciados dialógicos, que al expresarse se vuelven estructuras sociales. Es así como Bajtin conecta y relaciona el texto con la sociedad, pues cada elemento de la obra está inmerso en valoraciones sociales, pues se necesita de una comunidad que le dé sentido a los enunciados. De esta manera se busca enfrentar el estudio de la literatura, porque el material lingüístico es parte de la cultura y expresa las realidades y visiones de mundo de esta, dicho de otra manera la realidad es el contenido y la organización de los enunciados. Por esto, el discurso literario no representa la realidad sino que representa los discursos que representan esa realidad, así dentro de la literatura se cruzan los diferentes discursos sociales, lo que vendría a ser para Bajtin “la forma arquitectónica”.

En la literatura se da una relación dialógica entre el lenguaje como material y los discursos ideológicos como contenido. Dice Kristeva en la lectura que hace sobre Bajtin “El dialogismo implica un recurso doble, el lenguaje y otra lógica. El discurso dice lo que dice y dice otra cosa. Es el discurso carnavalesco. El diálogo y la ambivalencia, resulta ser así la única actividad que permite al escritor entrar en la historia profesando una moral ambivalente, la de la negación como afirmación", por eso, dos textos se contradicen y se relativizan.

Mijail Bajtin en teoría y estética de la novela nos plantea el problema del material, la forma de representación (arquitectónica y compositiva) y el contenido en el texto novelístico.

Para Bajtin la forma arquitectónica y la forma compositiva se deben relacionar entre ellas para poder dar razón de lo literario en la obra de arte. Según el autor, el material es el objeto con que está hecha la obra de arte, en el caso la literatura vendría a ser el lenguaje de naturaleza verbal. La forma arquitectónica es la valorización artística a través del objeto estético, entendido como el contenido de la actitud contemplativa que el autor y el lector hacen sobre la obra de arte con el objeto de precisar aspectos trascendentales sobre la moral, la ética y el conocimiento. El contenido deviene de la forma arquitectónica. La forma compositiva es la esencial especificidad del existencia del objeto estético, es la expresión del material; la palabra. De tal manera que la ambigüedad, lo ambivalente, la polisemia, lo carnavalesco, lo paródico, la ironía y la polifonía, son valorados por Bajtin dentro de la obra.

Buscando darle coherencia a la estructura significativa de la obra, para que esta se constituya en una totalidad significativa intratextual en relación fonológica con la totalidad significativa extratextual para que se supere la ambigüedad y la complejidad, se establecen para Goldmann las visiones de mundo, que son valoraciones y exámenes ideológicos para interpretar la realidad en su conjunto, es la manera que tiene un sujeto, comunidad o clase social de ver el mundo o un universo concreto. En la sociología se entiende que las visiones de mundo no son construcciones de un sujeto individual, pues ante todo una visión de mundo es una realidad social producto de todo un sistema de imaginarios de un sujeto colectivo que en sus luchas económicas, sociales, ideológicas y religiosas han construido mentalidades precisas para entender y pensar en la realidad objetiva, además de esto, las visiones de mundo son maneras de idealizar, imaginar y evadir esta realidad objetiva; por eso, las visiones de mundo no se concretizan ni se conceptualizan, pues la existencia de ellas sólo se establecen por los efectos, así que no podemos decir que haya una presencia objetiva de ellas sino una presencia subjetiva para animar e inspirar los imaginarios, los pensamientos y las acciones de los seres humanos en un tiempo y un espacio determinados.

Las visiones de mundo se tienen que buscar dentro de la sociedad y son estas las que el escritor con su conciencia individual y como vocero lucido de la sociedad expresa a través de la lengua y que determinan la problemática de la creación literaria al tratar de hacer que la obra se relacione con la conciencia colectiva.

Augusto Monterroso: “La vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soñemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo; eso, eso, un movimiento perpetuo”.

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